Días atrás se empezó a escribir una pagina mas en la Historia de la Iglesia Católica Apostólica Romana, el lunes pasado, el mundo entero y sobre todo el Católico se sacudió y sorprendió con un anuncio histórico: La renuncia al Papado de "Benedicto XVI", un acontecimiento así no sucedía desde hace alrededor de 600 años ya que el último Papa que renuncio fue Gregorio XII que fue durante el año 1415, en el siglo XV.
Mas allá de las instancias de la elección del sucesor que vendrán, de lo que durara ahora su papado y demás menciones que se realizaran en torno a él, quisiera compartir un fragmento de una nota interesante que leí y que destaco porque es acerca de acciones y decisiones de papados desde 1800 y que estuvieron entre la tradición y la modernidad, esos papas que se abrieron mas a la sociedad con sus ideales liberales y los que se mantuvieron en pugna con ellas. Como Cristiano y Católico les puedo decir esto, muchos consideran al que ejerce de Papa como un actor político mas, otros dicen que es mas un guía espiritual, tal vez es un poco de ambos porque nadie puede dudar de la repercusiones que tienen sus dichos para con la humanidad.
Aquí va entonces un repaso cronológico desde 1800 a la actualidad
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Entre tradición y modernidad
Pío VII (1800-1823)
El nuevo Papa, Gregorio Barnaba Chiaramonti, es elegido con el concurso de un diácono romano, Ercole Consalvi, a quien hará cardenal y su secretario de Estado.
Toma Pío VII como nombre oficial para subrayar bien su intención de resistir también a los revolucionarios y librepensadores sean cuales sean, pero se muestra en otro orden singularmente abierto a las ideas nuevas de democracia.
En un primer tiempo, elige el diálogo con los gobernantes franceses. Es así que firma con el primer cónsul (Napoleón Bonaparte) un concordato por el cual se restablece en Francia la religión católica.
La luna de miel no durará. Finalmente engañado y humillado por Bonaparte, el Papa será exiliado y encarcelado en condiciones indignas, como su predecesor. Pero su resistencia le valdrá respeto y permitirá a la Santa Sede franquear ese primer obstáculo que fueron las tempestades revolucionarias. En el Congreso de Viena, en 1815, el cardenal Consalvi obtiene la restitución a la Santa Sede de sus anteriores posesiones italianas, incluyendo las legaciones de Ravena, Bolonia y Romaña.
León XII (1823-1829) y Pío VIII (1829-1831)
Annibal della Genga, convertido en León XII por su elección el 28 de septiembre de 1823, no deja otra huella en la Historia que la de un enfermo. Su sucesor, François-Xavier Castiglioni, no ocupa mucho más lugar. Ambos, y su sucesor, son salvajes zelanti,cerrados a las ideas nuevas, a diferencia de Pío VII.
Gregorio XVI (1831-1846)
Bartolomeo Alberto Cappellari (65 años) es elegido el 2 de febrero de 1831 bajo el nombre de Gregorio XVI al término de un largo cónclave y en momentos en que los Estados Pontificios están siendo agitados por revoluciones liberales al igual que buena parte de Europa (Francia, Bélgica, Polonia…)
Hombre del Antiguo Régimen, lleno de prevenciones hacia las ideas revolucionarias, el nuevo Papa quiere ser, aún más que los precedentes, el fiel sostén de los autócratas de la Santa Alianza.
Aplasta con sangre las revueltas populares en Ferraro, Bolonia y Ancona con ayuda de las tropas austríacas y francesas. Condena igualmente las iniciativas generosas de católicos liberales como Lamennais y Frédéric Ozaman, mientras triunfa el conformismo burgués en la Europa de esta primera mitad del siglo XIX.
Pero Gregorio XVI alienta por otra parte la devoción popular (en especial el culto a la Virgen María). Renueva las congregaciones religiosas. Bajo su pontificado, los jesuitas, perseguidos durante el siglo anterior, son restablecidos en su vocación de pedagogos.
Gregorio XVI multiplica las misiones de evangelización en ultramar en el respeto a las culturas locales. “Así la política de ultramar de Gregorio XVI se reveló tan lúcida y audaz como reaccionaria e irreal había sido, aplicada a los Estados pontificios y a Europa”, escribe Henri Tincq.
El Papa muere poco antes de que llegue la “Primavera de los pueblos” (1848).
Pío IX (1846-1878)
Giovanni Ferretti, elegido el 16 de junio, es percibido primero como un hombre de apertura. Los católicos liberales así como los republicanos italianos depositan en él sus esperanzas de apertura en forma algo exagerada. Se desencantarán tras el fracaso de los levantamientos revolucionarios de 1848.
Asustado por estas revueltas, el propio Papa va a perder sus últimas ilusiones liberales y se volverá heraldo del conservadurismo. Su temor a la modernidad se expresa el 8 de diciembre de 1864 en el Syllabus, una corta exposición de los extravíos ideológicos de su época.
El 18 de julio de 1870, al término de un debate agitado, el Concilio Vaticano Iº atribuye al Sumo Pontífice la infalibilidad en materia de dogma. Con un matiz sin embargo: sus decisiones sólo tienen valor si son pronunciadas de modo solemne, frente al pueblo, ex catedra, lo que es una forma de respetar la democracia de los orígenes. Nótese que la infalibilidad no se aplica a las decisiones ordinarias del Papa, en materia de disciplina, moral o en la gestión de asuntos corrientes.
La ocupación de los Estados pontificios y de Roma por las tropas italianas en 1870 reafirma el Papa en sus convicciones. Armado con su autoridad espiritual reforzada por la infalibilidad, Pío IX se considerará prisionero del Estado italiano en su residencia romana del Vaticano y no dejará de oponerse a los Estados Nación, de la Francia republicana a la Prusia bismarckiana.
León XIII (1878-1903)
El papado va a mostrar una vez más que tiene energía con el avenimiento de Gioacchino Pecci con el nombre de León XII el 20 de febrero de 1878.
Este Papa es el primero después de Pío VII en entender que la fe cristina es perfectamente compatible con las ideas democráticas y lo hará saber iniciando un acercamiento a la República Francesa.
Por iniciativa suya, el 18 de noviembre de 1890, el cardenal Charles Lavigerie, arzobispo de Argel, toma como pretexto una visita de la escuadra francesa del Mediterráneo en su villa para elevar su vaso ante los oficiales. Expresa entonces el deseo de una reconciliación entre la República laica y la Iglesia Católica. Es el famoso “brindis de Argel”.
Pero harán falta muchos años más, unos quince, antes de que los extremistas de ambos campos den lugar a una cohabitación de calidad, fundada en la separación de las Iglesias y el Estado.
La gran obra de León XIII es la publicación el 15 de mayo de 1891 de su célebre encíclica social Rerum Novarum (Las cosas nuevas). En esta circular (etimología griega de la palabra encíclica) dirigida a todos los católicos, expresa su compasión por los obreros con una audacia inhabitual.
Adelantándose a la mayor parte de los dirigentes de su época, condena la codicia de la burguesía, la concentración de la riqueza en manos de un pequeño número de hombres opulentos y plutócratas… pero también la supresión de la propiedad privada preconizada por los socialistas. Ve en ello un remedio peor que la enfermedad. El Papa denuncia más precisamente el trabajo infantil y los horarios excesivos. Condena a los patrones que pagan salarios insuficientes y afirma el derecho de los obreros a sindicalizarse.
León XIII entreabre también la puerta a una lectura histórico-crítica de los textos sagrados y replica a quienes se oponen: “Dios no necesita de nuestras mentiras”. La emoción es inmensa en el momento de su muerte, el 20 de julio de 1903, a los 93 años. Lo prueba este epitafio del diario anticlerical Le Matin: “Cada vez que sus labios hablaron siempre dejaron caer, sobre la miseria de nuestra época, palabras de infinita caridad, de mansedumbre y de perdón”.
Pío X (1903-1914)
Tras la muerte de León XIII, Papa de apertura, el cónclave elige a un desconocido ante la sorpresa generalizada: el patriarca de Venecia, Giuseppe Sarto (68 años), un ex cura de campaña que no habla otra lengua viva más que el italiano, primer Papa moderno surgido de un medio popular. Hay que decir que el juego había sido falseado por la torpe intervención austro-húngara. A través de la voz de un cardenal polaco, Viena recusó públicamente a uno de los favoritos.
Con el nombre de Pío X, el nuevo pontífice se inscribe en el linaje de sus lejanos predecesores en lo que hace a las relaciones entre la Santa Sede y las grandes potencias.
Como Pío VI y Pío VII, se muestra intransigente con la República Francesa, lo que tiene por efecto avivar los disensos en torno a la ley sobre la separación de Iglesia y Estado. Como Gregorio XVI y Pío IX, condena las corrientes modernistas en el seno de la Iglesia.
En el plano espiritual, Pío X alienta la piedad popular y prescribe el uso del canto gregoriano en los oficios religiosos. Muere en vísperas de la Gran Guerra y será canonizado 30 años después.
Benedicto XV (1914-1922)
Su sucesor, Giacomo della Chiesa (59 años), es electo contra todo pronóstico el 3 de septiembre de 1914, sólo tres meses después de haber obtenido el capelo cardenalicio. En momentos en que Europa entra en la Primera Guerra Mundial, surgen interrogantes sobre la capacidad de este hombre frágil para enfrentar los desafíos que vienen. Inicia una ruptura al tomar el nombre de Benedicto que fue también el de un Papa de apertura del siglo XVIII.
Ya el 8 de septiembre de 1914 lanza un llamado emotivo declarándose “impactado por un horror y una angustia inexpresables frente al espectáculo monstruoso de esta guerra, en al cual una parte tan grande de Europa, asolada por el hierro y el fuego, vierte sangre cristiana”. Durante toda la guerra, no cesará de luchar con tenacidad y tacto para tratar de llevar a los beligerantes a una paz negociada.
Lamentablemente, sus llamados son vanos. Asume el riesgo de enfrentarse a los fanáticos de ambos campos que rivalizan en celo patriótico y no puede impedir que Italia se una a la carnicería en abril de 1915. El 1º de agosto de 1917, tras el fracaso de sus intervenciones subterráneas a favor de una paz blanca (sin vencedor ni vencido), publica un memorándum con sus propuestas de paz concretas. Es un inmediato escándalo. En París, por ejemplo, el católico Léon Bloy lo trata de “Pilatos XV”.
Pío XI (1922-1939)
Achille Ratti es electo Papa con el nombre de Pío XI el 6 de febrero de 1922, a los 65 años. Primer Papa políglota, manifiesta de entrada su deseo de apertura dando la bendición tradicional a la ciudad y al mundo (urbi et orbi) desde la galería de la basílica San Pedro que estaba cerrada desde 1870.
Pone fin a la reclusión dentro de los muros del Vaticano, mediante los Acuerdos de Letrán, concluidos con el dictador Mussolini. La Santa Sede es reconocida desde entonces como un Estado soberano. Sobre la marcha, el Papa multiplica los concordatos, no siempre de modo feliz, por ejemplo con México y con al Alemania hitlerista en 1933.
Pío XI multiplica igualmente las encíclicas, a través de las cuales se inquieta por los giros políticos dramáticos tanto en Rusia como en Occidente. En Francia, la extrema derecha realista, representada por la Acción francesa de Charles Maurras, soporta desde 1926 la ira del Sumo Pontífice. Muy rápidamente, sus relaciones con Mussolini se tensionan también y el 29 de junio de 1931, el Papa denuncia el fascismo en su encíclica Non abbiamo bisogno.
El 14 de marzo de 1937 denuncia el nazismo y la idolatría de la raza en una encíclica publicada en alemán y leída en el púlpito de las iglesias por los obispos alemanes: Mit brenneder Soge. “Quienquiera que tome la raza o el pueblo, o el Estado, o la forma del Estado, para (…) divinizarlas mediante un culto idolátrico, está volcando y falseando el orden de las cosas creado y ordenado por Dios…” Sigue a esto una ola de represión en Alemania contra la Iglesia Católica.
Como contrapeso, el Papa publica días más tarde, el 19 de marzo de 1937, la encíclica Divinis Redemptoris que condena el comunismo ateo considerado “intrínsecamente perverso”: “Pueblos enteros están expuestos a recaer en una barbarie más horrenda que aquella en la cual se encontraba la mayor parte del mundo cuando llegó el Redentor”.
Todo esto tiene lamentablemente poco efecto. El Papa es consciente de ello. El 8 de septiembre de 1937, al recibir a unos peregrinos belgas, pronuncia sus célebres palabras: “no es posible que los cristianos participen del antisemitismo. Espiritualmente, somos todos semitas”. A instancias de un grupo de jesuitas, prepara un nuevo texto más virulento contra el racismo. Pero está gravemente enfermo y la muerte lo vence antes de que tenga tiempo de publicarlo.
Pío XII (1939-1958)
Cercano colaborador de Pío XI y diplomático sin par, Eugenio Pacelli (63 años) es electo sin dificultad como sucesor, bajo el nombre de Pío XII. Imbuido de la grandeza de su función y de su tarea, su ambición es ocupar un lugar en el concierto mundial.
Pero este hijo de la burguesía romana pontificia sólo ha vivido en palacios y sus maneras suaves van a revelarse inapropiadas ante la extrema brutalidad de la época. Su pontificado debuta con la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Pío XII enfrenta la situación con una fe ardiente y un intenso carisma.
Moviliza a las instituciones eclesiásticas para ayudar tanto como puede a los judíos perseguidos, algo por lo cual judíos e israelíes le estarán agradecidos. Pero su prudencia en la diplomacia oficial es objeto de vivos debates, desde el estreno de una feroz obra teatral en 1963: El Vicario.
Después de la guerra, se vuelve a vincular con las tendencias más conservadoras. Denuncia sin ambages al comunismo pero permanece mudo frente a las dictaduras de Salazar en Portugal y de Franco en España. Por decreto, el 1º de marzo de 1954, prohíbe a los sacerdotes trabajar a tiempo completo en fábricas. Es una condena sin apelación al movimiento de los curas obreros con el cual el clero francés intentaba reconquistar espiritualmente al mundo obrero.
Apertura y aggiornamiento
Juan XXIII (1958-1963)
Con Pío XII se extingue una Iglesia magistral de antaño. Su sucesor, el patriarca de Venecia Angelo Giuseppe Roncalli, de 76 años y frágil salud, viene de una familia campesina muy pobre de 10 hermanos. Durante la Segunda Guerra Mundial fue delegado apostólico en Estambul. Se las arregló allí para socorrer a los judíos perseguidos en la Europa de Hitler.
El cónclave que lo elije el 28 de octubre de 1958, tras once horas de escrutinio, ve en él un simple “Papa de transición”. Contra todo lo esperado, el nuevo Papa opta por poner todo en fojas cero y ordena la apertura del Concilio Vaticano II. Es el 21º concilio ecuménico de la historia de la Iglesia, pero el primero en 80 años, con un objetivo claramente enunciado: el “aggiornamiento” de la Iglesia, su adaptación al mundo moderno.
Los debates conciliares, que seguirán más allá de la muerte del Sumo Pontífice, trastornan efectivamente el paisaje religioso. Debutan con la reforma de la liturgia, con la renuncia a la misa en latín. Espectacular. Renunciando al adagio “fuera de la Iglesia, no hay salvación”, la Iglesia, bajo impulso de Juan XXIII, reconoce la libertad de religión y abre el diálogo con otras confesiones cristianas y otras grandes religiones universales.
Juan XXIII muere mucho antes del fin del concilio. Tiene tiempo de publicar el 11 de abril de 1963 una bella encíclica dirigida a los gobernantes del planeta: Pacem in terris. Su sonrisa jovial y su humanidad profunda le valen con justicia ser beatificado el 3 de septiembre de 2000 por Juan Pablo II. El mismo día también es beatificado Pío IX, lo que algunos cuestionan en razón de su intransigencia.
Paulo VI (1963-1978)
De modo casi automático, es el arzobispo de Milán, Giovanni Battista Montini (66 años) quien es elegido el 21 de junio de 1963 con el nombre de Paulo VI tras la muerte de Juan XXIII. Colaborador cercano de los tres Papas anteriores, no había sucedido directamente a Pío XII porque no era aún cardenal.
Juan XXIII había sido el primer Papa de la época moderna en salir del Vaticano. Su sucesor Paulo VI multiplica los viajes por todo el planeta, incluida tierra Santa, pese al conflicto árabe-israelí (es el primer Papa que toma un avión).
Fino diplomático, concluye con brío el concilio y adapta las instituciones de la Iglesia, en primer lugar su gobierno, la Curia, a la nueva situación. Decepciona sin embargo a la opinión occidental con su toma de posición muy reservada sobre la contracepción en la encíclica Humanae Vitae.
También conocerá graves desilusiones en la reforma de la Iglesia en los años 1970, correlativamente con la crisis económica y política de Occidente. Los tironeos son numerosos entre los adeptos de la tradición y los de la modernización. Las vocaciones sacerdotales y la práctica religiosa conocen un primer debilitamiento. Muchos jóvenes sacerdotes dejan la institución.
Juan Pablo I (1978) y Juan Pablo II (1978-2005)
El 26 de agosto, al término de un breve cónclave, y ante la sorpresa general, un desconocido, el patriarca de Venecia Albino Luciani (66 años) es electo como sucesor de Paulo VI. El nuevo Papa no es el menos sorprendido. “Que Dios los perdone por lo que habéis hecho”, dice a los cardenales, en un escenario recordado en el film Habemus Papam (2011) de Nanni Moretti, con Michel Piccoli en el rol protagónico.
Tomando el nombre de Juan Pablo 1º en consideración a sus dos predecesores, este sacerdote de costumbres simples y amplia sonrisa pero de reducida instrucción es rápidamente aplastado bajo el peso de las responsabilidades. Llega a pedirle a su hermano que lo ayude a situar en un mapa mundi las ciudades norteamericanas que debe visitar. Muere en su mesa de trabajo a sólo 33 días de su elección, víctima de una crisis cardíaca.
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Juan Pablo II |
Primer Papa no italiano en 500 años, el arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla es electo Papa a los 58 años el 16 de octubre de 1978. Bajo el nombre de Juan Pablo II conduce a los polacos y a otros pueblos de Europa oriental a rechazar el dominio soviético y el comunismo usando unas fuertes palabras: “No tengan miedo”.
A diferencia de sus predecesores, y en particular de Pío XII, delega a sus colaboradores el gobierno de la Iglesia (de la Curia) y se reserva la tarea de fijar las grandes orientaciones y difundir el mensaje evangélico.
Carismático e inmensamente popular más allá de la cristiandad, sobrevive a un atentado, en la plaza San Pedro en Roma en 1981, pero queda muy debilitado. Desde entonces, su pontificado toma el aspecto de una largo via crucis. Recorre el mundo como ningún Papa antes que él, predicando aquí la insumisión, allá la justicia, más allá el retorno a la fe (104 viajes y 129 países visitados, sin contar Italia, en 27 años de pontificado). Es beatificado el 1º de mayo de 2011.
Benedicto XVI (2005...)
Cercano colaborador de Juan Pablo II, alemán de origen, y ya con 77 años al momento de su elección, Josef Ratzinger es electo Papa bajo el nombre de Benedicto XVI el 19 de abril de 2005. Contrasta con su predecesor por su reserva. Con él se da vuelta la página del concilio Vaticano II.
Teólogo de primera línea y hombre de gran cultura, orgulloso de sus fuertes convicciones, firme en el dogma pero abierto al diálogo, está antes que nada preocupado por el porvenir de la Iglesia en Europa como lo muestra la elección del nombre en referencia a San Benedicto de Nursia, Padre de Europa.
En los nombramientos de cardenales, determinantes en la elección de su sucesor, privilegia a los europeos y en particular a los italianos. Estos últimos constituyen hoy el tercio del cónclave, pese a que Europa e Italia, ampliamente laicizadas, sólo representan una parte menor en la Iglesia católica.
Indiferente como su predecesor a la administración de la Santa Sede y de la Iglesia, descansa para ello en su Secretario de Estado, el cardenal Bertone.
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En fin, la Biografía de este articulo es así, ha sido ampliamente inspirada por el libro de Henri Tincq, Ces papes qui ont fait l'Histoire, de la Révolution à Benoît XVI (Esos Papas que hicieron la Historia, de la Revolución a Benedicto XVI), muy bien documentado y de agradable lectura. También se puede leer sobre el tema el notable Dictionnaire historique de la papauté (Ed. Fayard, 2003).