Para reflexionar comparto un fragmento, una anécdota, extraída del libro “El testamento de Illia” que dice asi:
“Cuando me hice cargo del gobierno, decía, llegaron los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a quienes había elegido un gobierno anterior (No se si fue el Doctor Frondizi). Como en este país cuando llega un nuevo Presidente la corte tiene por hábito presentar la renuncia –que el Presidente suele aceptar, porque no quiere un poder judicial que sea inamistoso- estos señores me visitaron y me dijeron: Señor, venimos a hacerle entrega de nuestras renuncias. ¿Cómo?, les digo. Claro, esta es la costumbre. No, señores, la Constitución dice que los jueces son inamovibles. Vayan, desempeñen sus funciones. Lo único que quiero es que Ustedes sean el verdadero tribunal superior, La justicia en este país puede enjuiciar al Presidente de la Nación. Si ustedes tienen que enjuiciarlo, háganlo. Hace falta que aquí, alguna vez, sea enjuiciado el Presidente de la Nación, para que no se crea intangible. El Poder judicial es el que controla” .
El testamento de Illia, de Rodolfo Terragno, Buenos Aires, 2003, pag 24.